martes, 7 de diciembre de 2010

Correa, el ego y la "trampa de la inteligencia"


En la jornada del 30 de septiembre, para saber qué estaba pasando y por no estar satisfechos con la información parcializada de la cadena nacional, mucha gente recurrió a Twitter y Facebook. Estas redes sociales sirven como un termómetro del sentimiento de las masas.
Periodistas que cubrían el conflicto y simples espectadores compartieron información y opinión en iguales proporciones. Al final del día había una opinión que se repetía en varios mensajes: "Todo lo ocurrido hoy pudo evitarse. El ego de Correa costó vidas", escribió un twittero. "Parece que Correa tiene más grande el ego que su inteligencia y habilidad de negociar", puso otro. "El ego de Correa es muy alto y prefirió que muera gente antes de dar su brazo a torcer", y "Nunca debió ir al regimiento policial con esa actitud soberbia y ese ego inflado", se leyó en Facebook.
El paro policial que dejó al país en el caos fue una medida injustificable, no hay duda. Pero el Presidente llegó con una actitud extremadamente confrontadora al recinto policial, no a negociar, no a escuchar, sino a defender la Ley de Servicio Público con un tono beligerante.
¿Pero será realmente ego lo que le impide a Correa ser conciliador? El Dr. Edward De Bono, una autoridad mundial en la enseñanza del pensamiento como habilidad adquirida, dice que, con frecuencia, las personas que no transigen ni se replantean posiciones ni buscan consensos pueden haber caído en "la trampa de la inteligencia".
De Bono escribe que "un hombre extremadamente inteligente puede tomar una posición determinada sobre cualquier asunto, y construir argumentos correctos y racionales para defender su posición. Mientras mejor sea la defensa, menor será su necesidad de buscar alternativas o de escuchar otros puntos de vista". Como resultado, explica De Bono, muchas mentes brillantes quedan atrapadas y convencidas en posiciones intransigentes porque las pueden defender muy bien.
Hay un aspecto importante de la "trampa de la inteligencia", que es fácil confundir con el ego: una persona que ha crecido con la noción de que es más inteligente que los que lo rodean (probablemente con razón) quiere sacarle el mayor provecho a su mente. La forma más fácil de obtener una recompensa por ser inteligente es desafiar las ideas de otros y probar que están equivocados, lo cual, con la práctica resulta cada vez más fácil. Esta estrategia da resultado inmediato y establece una agradable superioridad. "Yo estoy bien, tú estás mal. Yo tengo razón, tú estás equivocado. Yo soy inteligente, tu eres estúpido y no entiendes".
Por eso, dice De Bono, ser crítico y destruir las posiciones contrarias es mucho más satisfactorio que ser constructivo. Llegar a acuerdos, piensan muchos (y sobre todo en política), los puede hacer parecer débiles y subordinados. A una persona inteligente y constructiva le puede tomar mucho más tiempo convencer a su audiencia, escuchar, negociar y conciliar puntos de vista.

Más allá de los argumentos que pueda tener el Presidente, seguramente muy buenos, para defender su posición, según la opinión masiva de los usuarios de redes sociales su actitud agresiva ante los policías inflamó los ánimos e hizo que la violencia estalle. Quizás pudo evitar un día terrible y pudo salvar vidas con más apertura al diálogo y menos hostilidad, es la percepción general.

 Por: Tristana Santos